Compromiso y Experiencia

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viernes, 2 de septiembre de 2011

La huelga de autobuses abre la veda a los taxis pirata en el centro

Rondan las paradas más céntricas en horas punta y ofrecen el traslado a los usuarios por el precio de un euro por persona
Antonio y Juana creían que el joven les estaba haciendo un favor, que los había visto esperando mucho rato en la parada del autobús y que, por un módico precio, simplemente se ofreció a llevarlos a su casa para esquivar el calor del mediodía. «El coche estaba muy bien, muy limpito», cuenta la señora. A instancias del conductor, se montaron rápidamente en el vehículo particular que conducía el individuo junto a otras dos personas más que aguantaban la larga espera del transporte público y recorrieron otras barriadas antes de alcanzar su destino.
«Llegamos a casa pronto y muy cómodamente. Mira qué suerte tuvimos con encontrarlo», dice el matrimonio, de avanzada edad. No se dieron cuenta de que se habían convertido en clientes de un servicio que se estaba prestando de forma ilegal, de que se habían montado en lo que se conoce popularmente como un taxi pirata.
La prolongación de la huelga de autobuses y la necesidad de muchas familias con dificultades económicas de buscarse unos eurillos han sido el caldo de cultivo perfecto para que estos vehículos -que hasta ahora se habían localizado exclusivamente en el aeropuerto- hayan decidido trasladar su campo de trabajo a las paradas del transporte público. Las más céntricas -como la plaza Esteve- son los lugares donde pueden encontrar más clientela agotada por las largas esperas de los servicios mínimos y, para más inri, cargadas con las bolsas de la compra.
Su funcionamiento
Testigos presenciales de su modus operandi han contado a LA VOZ que la forma de trabajo es sencilla. Los coches rondan las paradas de los autobuses en las horas punta y ofrecen a los usuarios subirse a cambio de un euro por persona, vayan adonde vayan. Lo habitual es que amortice el viaje montando a cuatro pasajeros, el máximo posible. Hay quien afirma que estos conductores que trabajan sin la licencia perceptiva cuentan incluso con una persona que les sirve como gancho de clientes en tierra. Este individuo les explica las condiciones y les indica el coche en cuestión.
«No lo hemos comprobado pero hay rumores de que los taxis pirata están ya en el centro», confirma el presidente de Teletaxi, Sebastián Blanco. Localizarlos es complejo puesto que «la ilegalidad radica en que cobren a sus pasajeros por el viaje. En ese momento es cuando hay que pillarlos in fraganti, cuando podemos denunciarlos», cuenta. No obstante, según ha podido constatar LA VOZ, taxistas y conductores ilegales ya se han cruzado algunas palabras.
Blanco es consciente de que «lo único que puede hacer la policía es vigilar esos lugares, pero es complicado», apunta. El presidente del colectivo insiste en que el papel de los potenciales clientes de un taxi pirata es crucial: «Cometen la imprudencia de subirse en un coche con alguien al que no conocen de nada, con el riesgo que eso supone. Y, además, están permitiendo que se cometa una estafa».
Es paradójico, además, que la diferencia entre lo que cobra un coche sin licencia y un taxi completamente legal no es muy elevada. Si se utiliza la misma técnica -cuatro personas que se dirijan a la misma zona de la ciudad- la carrera puede salir a poco más de un euro por persona, como recuerda Blanco. «De la Plaza a la barriada de Las Torres son cuatro euros», dice.

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