“¿Adónde vamos?”, la voz suena decidida detrás del volante mientras unos ojos en el retrovisor esperan pacientes. Uno tiene la certeza de que esa mirada, la de un taxista, es capaz de categorizar al cliente de un simple vistazo. Casado, soltero, con hijos, hablador o por el contrario parcos en palabras… son los años tras el volante y el trajín de pasajeros.
El cliente, por su parte, espera de un taxi un servicio rápido, eficiente y un vehículo lo más cómodo y limpio que sea posible. Realmente, para ir del punto A al punto B de una ciudad no esperamos mucho más, aunque no todo el mundo piensa lo mismo.
Viajamos a Nueva York, donde un experimentado taxista ha decidido salirse de la ruta y montar un negocio en torno a su venerado taxi. Sospechamos que el nombre de la empresa fue lo primero que tenía claro antes de constituirla: Car Force One. Resulta familiar ¿verdad? Es un juego de palabras con el avión de los aviones, el Air Force One, que traslada al presidente de los Estados Unidos en sus desplazamientos. Y básicamente esa es la filosofía de su peculiar negocio: que el viajero se sienta como un presidente por un día.
Un despliegue apabullante de 'gadgets'
El conocido avión que ha protagonizado no pocas películas es toda una exhibición de dispositivos electrónicos que, a mayor morbo del espectador, son ocultados en aras de la seguridad del mandatario. Mejor no conocer el detalle y dejar que vuele la imaginación. Este gancho tech ha servido también para nuestro taxista, que ha detallado los pormenores de sus vehículos enMashable, y aquí sí conocemos bien el alcance de los gadgets.
Porque realmente el punto fuerte de esta firma es el despliegue de dispositivos que uno se encuentra al abrir la puerta de sus taxis. Una suerte de barroco pero en versión geek, y con todos sus excesos. Aunque el fundador de este negocio, Ishai, insista en que la máxima del negocio sea un servicio óptimo al cliente, no cabe duda que lo realmente divertido será sentarse y comenzar a descubrir qué es todo lo que nos rodea y con qué entretenernos.
Y no es poco: un monitor de 23 pulgadas Full HD al que se conectan, atentos al detalle, un ordenador, un reproductor de Blu-ray (con una buena colección de películas), televisión por cable, una Xbox 360 que en breve será sustituida por la PS4 en cuanto se ponga a la venta e incluso un lector de tarjetas SD para el remoto supuesto de que el cliente quiera ver la colección de fotos de su cámara.
Pero esto es sólo el comienzo: si el viajero es un hombre de negocios también estará surtido con la red WiFi 4G disponible de forma gratuita para el usuario, hasta tres impresoras, un escáner y una mesa plegable para poder trabajar durante el trayecto.
Solo clientes con reserva previa
¿Que uno quiere cargar el móvil? No hace falta ni preguntar el modelo, hay cargadores para prácticamente todos, y el detalle de excesos alcanza cosas tan variopintas como un par de paraguas o un calienta-biberones. Bajo la premisa del confort, parece que este emprendedor ha decidido llenar el habitáculo de dispositivos hasta conseguir un espacio un tanto agobiante. Da lo mismo, se trata del país de los excesos y seguro que habrá clientes.
El viaje en Car Force One es lógicamente más caro que el taxi convencional, pero a este trasgresor taxista no le faltan clientes. Su grueso de audiencia se encuentra entre los ejecutivosY vaya que sí los hay. Ishai confiesa que únicamente recibe clientes mediante reserva previa y tiene ya clientes para marzo del año que viene. El viaje en Car Force One es lógicamente más caro que el taxi convencional, pero a este transgresor taxista no le faltan clientes. Su grueso de audiencia se encuentra entre los ejecutivos y por lo general en desplazamientos de ida y vuelta al aeropuerto.
Su página web da buena cuenta de lo auténtico de un negocio montado por uno mismo, de una idea que hizo a este taxista salirse de la vía y abandonar el amarillo de los cabs neoyorkinos para aventurarse en su propio negocio. Y no parece que le vaya mal...