Compromiso y Experiencia

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domingo, 13 de octubre de 2013

El taxi se resiste a las mujeres


Gema María Andrés fue la última mujer en aprobar el examen para obtener una licencia de taxi en Burgos, en febrero de 2012. Luis López Araico
Gema María Andrés fue la última mujer en aprobar el examen para obtener una licencia de taxi en Burgos, en febrero de 2012. Luis López Araico
Han pasado treinta años desde que una mujer se sentó en el asiento del conductor para ejercer de taxista en Burgos, pero siguen siendo muy pocas: 8 frente a 186 hombres. Una de ellas cuenta su experiencia
BURGOS – Gema María Andrés se convirtió en febrero de 2012 en la octava mujer con licencia para conducir un taxi en la capital, un hecho que no tuvo ninguna relevancia dado que hace ahora treinta años que las mujeres empezaron a incorporarse a un gremio tradicionalmente muy masculinizado, que no machista. O al menos, eso es lo que destacan ambas partes. «Yo nunca me he sentido incómoda entre los compañeros por el hecho de ser mujer, aunque quizá sea también por mi carácter, porque soy muy alegre y voy a lo mío. Es cierto que existe el tópico de las mujeres conductoras, pero a mí los compañeros nunca me han dicho nada», destaca Andrés. También el presidente de la asociación mayoritaria entre los taxistas de la capital (Abutaxi), Roberto Corral, afirma que el hecho de que haya mujeres taxistas «nosotros lo vemos de lo más normal». Y sin embargo, después de treinta años de haber roto el tópico, la proporción entre mujeres y hombres sigue siendo muy baja: en Burgos hay 186 licencias de taxi y solo 8 tienen como titulares a mujeres. O lo que es lo mismo, solo un 4,3%.
Gema María Andrés se convirtió en febrero de 2012 en la octava mujer con licencia para conducir un taxi en la capital, un hecho que no tuvo ninguna relevancia dado que hace ahora treinta años que las mujeres empezaron a incorporarse a un gremio tradicionalmente muy masculinizado, que no machista. O al menos, eso es lo que destacan ambas partes. «Yo nunca me he sentido incómoda entre los compañeros por el hecho de ser mujer, aunque quizá sea también por mi carácter, porque soy muy alegre y voy a lo mío. Es cierto que existe el tópico de las mujeres conductoras, pero a mí los compañeros nunca me han dicho nada», destaca Andrés. También el presidente de la asociación mayoritaria entre los taxistas de la capital (Abutaxi), Roberto Corral, afirma que el hecho de que haya mujeres taxistas «nosotros lo vemos de lo más normal». Y sin embargo, después de treinta años de haber roto el tópico, la proporción entre mujeres y hombres sigue siendo muy baja: en Burgos hay 186 licencias de taxi y solo 8 tienen como titulares a mujeres. O lo que es lo mismo, solo un 4,3%.
¿Cuál es el motivo para que tres décadas después de que se pusiera la primera mujer al frente de un taxi siga siendo tan escasa la presencia de conductoras? Gema María Andrés duda varios minutos antes de contestar que «creo que la mujer no lo ve como alternativa de trabajo, sobre todo si no tiene a nadie dentro del mundo del taxi». Ella explica que encontró su profesión por pura casualidad, cuando su marido se quedó en el paro y decidieron que presentarse al examen para obtener la licencia podría ser una buena opción. «Mientras él estudiaba decidí prepararlo yo también, así por tontería, y resulta que aprobé», explica sonriente y matizando que, sin embargo, lo habitual entre las mujeres del gremio es compartir empleo con los maridos.
Ese fue, por ejemplo, el caso de Felicidad Cartón y Charo Blanco, dos de las primeras en sentarse en el asiento del conductor para recorrer las calles de Burgos en los años ochenta. En un reportaje publicado en Diario de Burgos en agosto de 1988, ambas taxistas declaraban que no solo compartían coche con sus maridos, sino que también hacían lo mismo con los turnos: ellas trabajaban de día y ellos de noche. El motivo de este reparto de tareas era la inseguridad y la delincuencia asociadas a las carreras nocturnas. Ahora, Gema Andrés hace noches como cualquier compañero, pero afirma que su actitud sigue siendo excepcional. «Soy la única que hace noches y los clientes sí te preguntan que si no tienes miedo, pero para mí eso nunca ha sido un problema», dice.
entrega. Sin embargo, un factor que a juicio de esta taxista sí que puede ser determinante es el hecho de que la profesión a la que se ha entregado por casualidad exige mucho sacrificio. «Yo he pasado de estar de ama de casa y con mis tres hijos las 24 horas del día a casi no verlos», asegura, matizando que la crisis ha llevado a muchos taxistas a alargar las jornadas y trabajar hasta 15 o 16 horas seguidas. «Yo suelo hacer unas diez horas, pero a veces hago hasta catorce o más», afirma. Esta circunstancia es, para ella, lo peor del trabajo y lo que quizá pueda echar más para atrás a las mujeres a la hora de presentarse al examen. «Ahora se encarga mi marido de la casa y de los niños, pero es que, si no tienes con quién compaginar horarios, no lo puedes hacer», concluye.
Pero el hecho de ser taxista también tiene sus ventajas en este sentido, porque si en un momento dado tiene que encargarse de recoger a los niños al colegio o cosas similares, «lo tengo mucho más fácil que otras, pero es cierto que si estás a esas cosas, no te centras en el trabajo».
Como es lógico dada su profesión, Gema Andrés no coincide con todos aquellos que sostienen que las mujeres son peores conductoras. «Es cierto que alguna vez he escuchado eso de que ‘mujer tenías que ser’, pero muchos clientes me dicen que se sienten más cómodos conmigo porque una mujer les da más confianza», concluye./Diario de Burgos

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